Desatando nudos emocionales: Un diario como aliado para aliviar o transformar emociones

Por Isabel Cristina García Tovar

En medio de nuestras vidas agitadas, a menudo nos encontramos con emociones que se quedan atrapadas y anudadas dentro de nosotros.

A menudo, cuando enfrentamos situaciones difíciles o traumáticas, podemos intentar protegernos de nuestras emociones y sentimientos con la esperanza de que eventualmente desaparezcan por sí solos.

No obstante, el dolor emocional no expresado puede ser como una semilla enterrada bajo tierra, que en otro momento de crisis puede empezar a brotar y afectar nuestro bienestar (nuestras relaciones, nuestra autoestima, cómo vemos el mundo)

Sin embargo, existe una herramienta poderosa que puede ayudar a transformar las emociones que nos bloquean durante el proceso de terapia: un diario emocional.

Al escribir en un diario, nos abrimos sin filtros ni restricciones, lo que nos permite profundizar en nuestra experiencia emocional de una manera única.

Escribir sobre el dolor, la rabia, la culpa no es un proceso fácil ni exento de dificultades. Al expresar por escrito nuestras emociones, nos ayuda a entender mejor lo que sentimos y así aliviamos su carga.

Puede ser como una medicina amarga: puede resultar dolorosa en el momento, pero a largo plazo nos brinda alivio y transformación.

La forma en que escribimos también juega un papel crucial en el proceso de canalización emocional. Al escribir a mano, el movimiento circular de la mano sobre el papel facilita el flujo emocional y contribuye a la liberación de las emociones bloqueadas o anudadas. Este movimiento crea una especie de danza entre nuestra mente y nuestro cuerpo, permitiendo que el dolor fluya a través de nosotros y se materialice en las palabras escritas.

Entre las sesiones de psicoterapia, una clienta entre las propuestas que se le hizo en las primeras sesiones, decidió escribir en un diario casi cada noche. Un diario emocional para explorarse y comprenderse mejor, con el desafío de adentrarse en un viaje íntimo hacia sus emociones, su pasado, su presente y sus luchas internas.

Su vida estaba salpicada de recuerdos dolorosos y una serie de fracasos personales que la angustiaban día tras día. La culpa y el enfado se entrelazaban en un nudo difícil de deshacer. Cada momento de angustia parecía sumergirla aún más en una maraña de emociones que sentía que le impedían avanzar más en los cambios que quería para la nueva vida que estaba empezando a construir.

Escribir con boli y papel se convirtió en un ritual catártico, donde cada palabra se convertía en observar “esa mochila” que cargaba, entender mejor lo que significaba para ella y expresarla sin restricciones, liberando parte del peso emocional que cargaba.

El diario emocional se convirtió en el confidente silencioso de sus luchas. A través de sus páginas, exploró sus sentimientos y recuerdos, al principio, siendo muy crítica consigo misma por la responsabilidad que había tenido en cada uno de los eventos de su vida.

A medida que la escritura se convertía en una práctica regular, se sorprendió al encontrar que las emociones que antes la atormenta dieron paso a liberar su corazón de cargas pasadas y abrirse a la posibilidad de un futuro más esperanzador. La angustia y culpa que parecían inamovibles empezaron a ceder terreno ante nuevas emociones.

Comenzó a vislumbrar otros caminos posibles, oportunidades que antes permanecían ocultas bajo la sombra del dolor pasado y con más ilusión de poder construir nuevos capítulos de su vida.

La escritura se convirtió en una herramienta de exploración, y autoconocimiento, entre las sesiones de psicoterapia, siendo un complemento en su camino de autodescubrimiento y crecimiento personal.